La convivencia en un piso compartido

Aprende más sobre la convivencia en un piso compartido, ya que la convivencia con desconocidos puede llegar a ser uno de los retos más grandes por los que tendremos que pasar en nuestra vida.

Al final del día, son otras personas que no conoces de nada y que, muy probablemente, tendrán un comportamiento y una forma de ser muy diferente a la nuestra, por lo que esperar “discrepancias” y “malentendidos” es algo para lo que tendremos que estar preparados.

 

Es por esta razón que, a continuación, vamos a comentar los factores que más impactan en lo que viene a ser la sana convivencia cuando nos toca compartir piso.

Factores a tener en cuenta para lograr una buena convivencia en un piso compartido

 

Acordar desde el inicio los días de la semana para llevar a cabo el proceso de limpieza de las zonas comunes

Sin lugar a dudas, uno de los temas que más genera polémica en cualquier piso compartido es quien será el encargado de realizar las labores de limpieza. Las zonas comunes de la casa suelen estar compuesta de lugar muy importantes: la cocina, el baño, etc.

Esto quiere decir que suelen ser lugares donde es necesario que haya cierto orden y limpieza. Cuando muchas personas conviven en un sitio y tienen que comprar este tipo de espacios, es normal que haya roces.

No todas las personas tienen entienden lo mismo por “está suficientemente limpio”, por lo que es importante que tratemos, en la medida de lo posible, tener un mínimo de buena educación a la hora de tratar estos temas.

Para evitar cualquier tipo de problema, es comenzar por lo más sencillo: reunir a todos los responsables de mantener el buen estado de las zonas comunes y acordar un cronograma de limpieza.

Aquí se debe acordar y especificar con total claridad los días de la semana en que se tendrá que llevar a cabo la limpieza de los espacios comunes. Una vez se haya hecho esto, se podrá proceder a definir el orden y la rotación de personas para llevar a cabo esta tarea.

Mantener un tono cordial y la disposición a escuchar en estos temas es de suma importancia para lograr que todas las personas puedan tratar de seguir lo mejor posible el cronograma de limpieza que se ha acordado y evitar que tener que llegar a la incómoda instancia de llamar al casero para que solucione el problema.

El baño

Esta zona de la casa suele tener tanta importancia en la vida de las personas que es necesario darle su propia sección.

El baño es, con mucha diferencia, la zona que más conflicto crea a la hora de ser utilizada. Seamos realistas, no todas las personas tienen el mismo cuidado con la higiene ni todas tienen el mismo sentido de “tratar de darle un buen uso para mantener las cosas limpias”.

Las típicas peleas por el baño son, lamentablemente, uno de los problemas comunes a enfrentar al vivir en un piso compartido.

Son muchas cosas que pueden llevar a hacernos perder la cabeza: el suelo totalmente empapado, productos regados por todos lados, pelos dejados en lugares insospechados y no hablemos del inodoro (en ocasiones, ni la ducha se salva).

En este tipo de escenarios todo empieza por nosotros. Lo primero que debemos hacer es tratar de dejar el baño en las mejores condiciones posibles; si alguna persona lo utiliza y lo deja muy sucio, al menos sabremos que no hemos sido nosotros, por lo que no podrán responsabilizarnos del problema.

Y aunque no lo parezca, el tiempo de uso también es un factor que muchas personas pasan por alto. Lo ideal es no hacernos a la idea de que el baño es nuestro y podemos pasar en el todo el tiempo que queramos.

Las demás personas también tienen derecho a utilizarlo y quizás, solo quizás, por hacer un uso consciente y prudente del baño podemos evitarnos muchos problemas con el resto de personas con las que compartimos el piso.

La seguridad del piso es responsabilidad de todos

Esto es algo que conviene dejar muy en claro a todos los compañeros del piso. La seguridad es muy importante por lo que, para evitar inconvenientes, siempre debemos asegurarnos de colocarle el seguro a la puerta en caso de que seamos los últimos en salir.

También es posible ponerse de acuerdo y que la última persona en irse a la cama ponga el seguro en la puerta de entrada para evitar inconvenientes.

Y la seguridad no solo se queda en esto: hacer un uso sensato de la cocina, microondas, lavadora, secadora o cualquier otro tipo de artículo que se encuentre en el hogar.

Las habitaciones de cada persona son un lugar sagrado

Otro de los problemas y este sí que generar cierto temor en muchas personas, es el tema de las habitaciones. Para al menos tratar de tener una convivencia efectiva, debemos seguir una regla de oro: no entrar en las habitaciones ajenas.

Si, puede que el piso que estamos compartiendo tenga zonas comunes que estén pensadas para el disfrute de todos los que allí habitan, pero, las habitaciones son un lugar diferente.

Cada persona tiene derecho a tener su privacidad y precisamente las habitaciones funcionan como ese espacio en donde no debemos entrometernos, salvo que la persona que ha pagado por hacer uso de ella diga lo contrario (y aun en estos escenarios debemos mantener lo más al margen posible).

Tengamos en cuenta que el entrar a habitaciones que no son la nuestra puede traer problemas pues puede que justo se haya perdido algo o algún objeto de la noche a la mañana ha aparecido roto, entre otros muchos escenarios (todos muy malos) que deberíamos evitar a toda costa.

Y, por cierto, el mismo respeto que debemos tener hacia las habitaciones de los demás debemos exigirlo hacia nuestra habitación. Nadie, salvo nosotros, tiene el derecho de entrar en ella; a menos que explícitamente demos el consentimiento a un tercero para que entre.

Las fiestas y los amigos deben medirse con mucho cuidado

Seamos realistas, los seres humanos somos muy sociales, está en nuestro ADN. Y a pesar de que es cierto que hay unas personas mucho más dadas a socializar que otras, no es de extrañar que alguno de nuestros compañeros de piso decida traer personas desconocidas a el piso que se está compartiendo. Aquí debemos ir con mucho cuidado.

Puede ocurrir que una de las reglas (a veces incluso estipulada en el contrato), sea que no se puede llevar a un desconocido al piso, ni siquiera a las zonas comunes.

De ser este el caso, lo mejor que podemos hacer es cumplir con esta regla para evitar problemas con el resto de personas y con el propietario. Pero, de no existir esta regla, no será raro que de vez en cuando aparezcan personas a priori desconocidas para nosotros, al menos en las áreas calificadas como comunes.

Ya sea que seamos nosotros o nuestros compañeros de piso los que hayan traído a terceros al piso, debemos, antes de nada, avisar.

De esta forma evitaremos sorpresas desagradables tanto para nuestros compañeros de piso como para nuestros invitados. Y, ante todo, debemos procurar no molestar en exceso, o sea, no levantar mucho la voz o hacer ruidos que puedan perturbar la tranquilidad del resto de personas que viven y se encuentran compartiendo el piso.

Tampoco debemos pasarnos con las visitas (que estén todo el día) y, muy importante, no estar trayendo personas todos los días pues, a la larga, puede resultar bastante incómodo para el resto de los compañeros.

Asumir la responsabilidad de tener una mascota

Este es otro de los puntos que causan controversia. Para empezar, y como es lógico, si en el piso no está permitido el tener mascotas, sabemos a qué abstenernos. Ahora bien, en caso de que contemos con la posibilidad de tener un perro pequeño o un gato, debemos tener muy claro la responsabilidad que esto conlleva.

Aquí debemos comentar una cosa, a veces, los propietarios del piso dan cierta “libertad” a las personas que habitan en este.

Esto significa que, en ocasiones, la regla de si puede o no haber mascotas puede estar en manos de quienes estarán habitando el piso.

De ser este el caso, es importante que se acuerden una serie de normas (lo más explicitas y cristalinas posibles) para que la mascota en cuestión no pase a ser un problema y afecte la buena convivencia con el resto de personas.

Quizás un punto muy obvio pero que a vece se suele pasar por alto es que el dueño de la mascota se hace responsable de ella.

Nadie más tiene porque estar lidiando con los problemas que pueda crear este animal, por lo que, si no somos muy buenos en eso de hacernos responsables de nuestro perro o gato, deberíamos considerar muy bien el traer o no una mascota al piso que estamos compartiendo.

Recordemos que no todas las personas ven con buenos ojos a las mascotas y si bien ellos no deben entrometerse con nuestros asuntos, en el momento en que la mascota de forma directa o indirecta cause alguna molestia, solo lograremos que se cree un ambiente de conflicto en el piso. Y esto es justo lo que debemos evitar.

La amabilidad es clave para tener una óptima convivencia

El conflicto puede llegar a ser un componente prácticamente inevitable. Los padres se pelean con sus hijos y las parejas también. No es de extrañar que, con mayor razón, dos o más desconocidos pueden estar en desacuerdo en algo.

Los problemas con nuestros compañeros de piso son un tema que más temprano que tarde tendremos que aceptar como inevitable; por mejor comportamiento que tengamos, la cosa más insignificante puede volverse un problema de proporciones mayúsculas.

Sin embargo, el que se haya puesto en marcha un conflicto no significa que debamos entrar en una guerra. De hecho, lo mejor que podemos hacer en caso de que existe algún desacuerdo con alguno de los miembros que comparte piso con nosotros es, simplemente, mantener la calma y ser lo más amables posibles.

De nada nos sirve hacer la situación más tensa, por lo que lo mejor es tomar las cosas con calma y, si hemos hecho algo malo que ha incomodado a alguna de las personas, aceptarlo y evitar por todos los medios repetir el incidente.

La sana convivencia requiere de cada persona se escuche atentamente y, en algunos momentos, de un poco su brazo a torcer. Recordemos también que cada persona tiene sus costumbres y muchas veces un comportamiento que encontramos molesto es simplemente eso, algo que no nos gusta, pero no necesariamente tiene que ser que la otra persona ha hecho algo malo.

Los gastos compartidos pueden llegar a ser un problema

De los aspectos que más generan disputas en un piso compartido podemos encontrar a el tema de los gastos compartidos.

Todas las personas en el piso consumirán electricidad, gas, agua y cualquier otro servicio que pueda haber sido contratado para el disfrute de las personas que están conviviendo en el piso.

Sin embargo, muchas veces el pago de todos estos servicios corre por parte de los que comparten vivienda, por lo que se pueden generar problemas si alguno hace un uso “indebido” de alguno de estos servicios. Lo típico es dejar las luces prendidas por más tiempo del necesario, quizás hacer un uso compulsivo del lavavajillas o de la lavadora.

Da igual el escenario, cuando compartimos un piso, no debemos pensar únicamente en nosotros mismos, las demás personas, queramos o no, estarán involucradas en una parte de nuestra vida y, mientras más en paz llevemos las cosas, mejor será para todos.

Para evitar tener problemas a la hora de cubrir los típicos gastos de un piso, siempre debemos tratar de darles el mejor uso; la eficiencia es lo que nos permitirá evitar problemas con las demás personas.

No pasa nada con hablar de esto si alguna de las personas se excede demasiado en, por ejemplo, el uso de la electricidad. Sin embargo, como hemos comentado antes, siempre debemos acercarnos con amabilidad para evitar causar o agravar un problema.

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